Qué bien
sienta cuando ves a una “amiga” por la calle con la que hace tiempo que no
hablas y de repente, te dice… es que
desde que tienes novio ya no sales con nosotras, parece que ahora sólo haces lo
que le gusta a él.
Ah muy bien,
sólo te jode desde que tengo novio, el hecho de que antes de empezar con él no
saliera con vosotras no te avisa de que no estoy a gusto contigo y con el
resto.
Y es que a
veces es verdad.
Yo
personalmente sigo siendo la misma desde hace seis años y pico, creo. Me sigue
gustando lo mismo, sigo pensando igual, hablo con la gente que considero amiga
igual que antes. E ignoro a la misma gente que ignoraba antes.
Pero hay
personas que están demasiado influenciadas por sus parejas. Yo lo he visto.
De repente,
ellas dejan de vestir como vestían, dejan de actuar como actuaban, de hablar
con quien hablaban…
Ellos dejan
de salir con quien salían, de hacer lo que hacían…
Vale que
cuando tenemos pareja hemos de acostumbrarnos a mirar por dos, hemos de aceptar
que no podemos hacer lo que nos plazca siempre, y que ahora hay una persona que
se preocupa por nosotros, pero de ahí, a dejar de ser lo que éramos…
Hay un caso
muy curioso; una pareja que pegan entre sí menos que el oro y la plata (mala
pata…), él celoso como el que más, ella una tía joven, normalita, pero tan
dulce que encandila por dónde pasa. Yo no sé qué les da, que se quedan prendaos.
Ella con unos amigos un poco
babosos, pero buena gente todos, de estos que si te descuidas te meten la mano
por debajo de la falda, pero que si tú los paras, recogen armas y son chicos
normales. Y tan amigos.
Él bastante más mayor que ella, y demasiado acaparador,
hasta el punto de llamarla 10 veces en medio día para ver cómo va la cosa
cuando queda con amigas. Ella, cede. Cede por evitarse broncas, dice. Querida,
si salir con amigas supone una bronca, este pavo no es tu pavo. Pero ella no lo
ve, y yo pienso que más que enamorada está enganchada.
Cuando
conocemos a alguien que nos atrae y sabemos que el sentimiento es mutuo, tenemos
dos opciones, que no siempre son de libre elección. La primera es enamorarse, y
la segunda, engancharse. Y así se crea una especie de dependencia, en la que
sólo su bienestar es nuestro bienestar.
Y una mierda. Relación tóxica, le llamo
yo.
Cariño, el finde que viene me voy
con unos amigos a tomar algo. O de acampada. O me voy con mi amiga a su ciudad
a pasar el finde en su casa y a comer chuches, beber Moët y a ver pelis de
llorar. Quizá también me enseñe su ciudad. Haremos turismo guiri y tal. Iré con
cuidado de no equivocarme de tren, te aviso cuando llegue y cuando salga el tren de vuelta. Si quieres,
cuando llegue me recoges, nos vemos y cenamos algo.
¿Veis qué
fácil? Y la otra parte, debe estar de acuerdo, porque es su obligación moral y
legal.
Pero claro,
los que están enganchados no ven nada con claridad. Tanto ellos como ellas, que
también sé de casos en los que un amigo se ha separado de su amiga del alma
porque a la novia le caía mal.
Vale que no es plan de que tu novia piense que
te trincas a tu mejor amiga cuando ella no está, pero querida, si quisieran,
estarían hartos de follar. Se conocen desde los 10 años, por Dios, y no lo han
hecho, porque sólo son amigos, así que quizá, más que celos, lo que le tienes es envidia, porque tías como tú ha tenido varias, amigas como ella, sólo una.
Pero que no que no, que a la amiga la mandó a tomar viento fresco, y se quedó con la Barbie morros de choto.
Así que lo
mejor sin duda es enamorarse. Respetar que los dos teníais una vida antes de
empezar a salir. Que si a ti te jode que él se vaya un domingo al futbol cuando
habías planeado tarde de peli, sofá y manta juntitos y revueltos, a él
seguramente le joda tener que llevaros a tus amigas y a ti de compras, o que le
chafes una cena súper molona que te tenía prevista contigo porque justo esa noche
hacéis quedada de exalumnos.
Y de esto va la cosa.
No os
enganchéis nunca, enamoraros, que es lo más bonito del mundo.
Cada uno su
espacio. Él para jugar a la Play, y tú para escribir, leer, etc.
Él para
salir con sus amigos, y tú con los tuyos.
Y que así
sea, por los siglos de los siglos, no me falléis (Amén me parecía demasiado
ostentoso).
¡Aquí me encontraréis!